ExPresaMente

El Blog de Sandra Gómez

2

Crecimiento por Maltrato

¡Hola!

¿cómo estás? ¡Madre mía! Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te vi… Hace mucho que no te hablo pero hoy decidí hacerlo. Estoy de viaje, lo estoy pasando de maravilla y estoy descubriendo millones de cosas, ¡qué grande es el mundo y cuánto te habría gustado saberlo! Quería comentarte algo que me pasó por la cabeza hoy y me recordó a ti.

Todas las personas que aparecen en nuestras vidas son flores en nuestro jardín. Un jardín inmenso donde habrá millones de colores y formas. Podemos regar a diario esas relaciones o dejar que mueran. Solo un día no basta, flor que no se cuida, va muriendo poco a poco. Hoy no pretendo recordar esas relaciones descuidadas, las cuales son inevitables muchas veces, ya que no debemos rellenar huecos del terreno porque sí, sino aceptar que aquellas flores que tengan que crecer con nosotros, simplemente lo harán. No, hoy recuerdo aquellas flores que se pisan, a veces cuando ya la flor es hermosa, otras cuando aún está brotando. ¿Te suena esta historia?

Realmente, un golpe no dolía, no si solo era uno. ¿Qué podía pasar? Quizás salía una pequeña marca, quizás se resentía esa zona durante los siguientes días. Lo importante era inventar una historia creíble para no preocupar, para cubrir esos incidentes sin importancia. Con eso, era suficiente y a ti tampoco se te echarían encima.

Lo verdaderamente impresionante era el cómo se encogía mi corazón, cómo notaba que empequeñecía, como cuando un niño se acurruca en su cama porque tiene mucho frío. Así me sentía yo, PEQUEÑA, ¿era eso lo que realmente merecía? ¿lo que la vida tenía preparado para mí? Temblaba, me estremecía al pensar en lo que te quería, al pensar que no podría hacerte daño de ninguna de las maneras. ¿Recibía ese trato entonces porque tú no me querías a mí?

Dicen que cuando arrugas un papel y luego lo extiendes, ya nunca vuelve a su forma inicial, siempre quedan pliegues y relieves que nunca se irán. También se les llaman cicatrices. Y es que no es fácil ignorar las huellas que se nos dejan impresas al crecer. No era sencillo no querer destacar en algo cuando en realidad me apasionaba solo porque yo “no hacía más que tonterías”, cuando no me atrevía a opinar porque “qué iba a saber yo de la vida”. Todas esas semillas quedan plantadas en otro jardín, el de la mente. Crecí pensando que solo venía a esta vida a protegerme, a acatar normas y mantener la boca cerrada. Que el mundo era la casa en la que vivía, puesto que lo que había ahí fuera, ¿por qué tenía que ser real, si mi realidad era diferente?

Nunca una bofetada dolerá más que la magnitud que alcanza la insignificancia que se siente. Nunca el volumen de un grito dolerá más que las palabras empleadas. Nunca un gesto de ira o decepción dolerá más que el temor a lo que éste conllevará.

Pero todo tiene un fin. Hoy quiero darte las gracias de corazón por toda esta experiencia. No te voy a decir que no me hubiese gustado crecer en otro ambiente, que me hubieses animado, haber descubierto cosas de las que no era consciente hasta estos días y poder compartirlas contigo… Pero te estaré eternamente agradecida. Al fin y al cabo, el mayor maltrato fue a tu persona y crecimiento. A día de hoy, le doy el doble de valor a todo lo que tengo.

No te sientas mal por leer esto. Hiciste las cosas como supiste, y te ruego a día de hoy con toda la felicidad de mi corazón que no te preocupes por lo que fue, solo importa lo que es. No te preocupes por haber anulado muchas partes de mí, porque con esfuerzo, las he localizado e intento sacarlas adelante. No te preocupes por no haber creído algunas veces en mí, porque, aunque es una asignatura pendiente confiar en mí misma, cuando lo consigo siento una satisfacción desbordante. No te preocupes por los gritos, porque cuando yo hablo así, identifico rápidamente lo que no quiero darle al mundo. No te preocupes ni siquiera por algún que otro golpe, ahora me acarician o besan cada centímetro de piel, me abrazan, y la sensación que recibo es tremendamente conmovedora. Me siento muy afortunada por todo ello.

Tengo que ir despidiéndome ya. Quédate con ese mensaje. Ojalá pudieses ver quien soy a día de hoy, creo que mi sonrisa te impresionaría, y tú has formado parte de ello. Gracias. Mi “yo” de hoy le manda un abrazo enorme al niño que no dejaste evolucionar en un mundo maravilloso y se compromete a evitar que otros sigan su camino.

Gracias por ser parte de mí.

alegoríaautoconocimientocomunicacióncuentosdesarrollo personaldescubrimientoevoluciónexpresiónliberaciónmenteviaje

Sandra Gomez • 6 septiembre, 2016


Previous Post

Next Post

Comments

  1. Carmen González Morán 6 septiembre, 2016 - 3:44 pm Reply

    Qué cosa más bonita Sandra, me has arrancado unas lágrimas y me has hecho pensar.
    Un beso
    Carmen

    • Sandra Gomez 7 septiembre, 2016 - 11:41 am Reply

      Uau, Carmen, ¡qué gozada tu feedback! Eres maravillosa y me alegra que te haya gustado. Te mando mil besos 🙂

Deja una respuesta

Your email address will not be published / Required fields are marked *