ExPresaMente

El Blog de Sandra Gómez

Él

Sin más, TÚ.

Y es que soy un ser completo. Puedo decir abiertamente que hace un par de años no lo era, sino que creía serlo, era muy “madura e independiente”. Mentira. No hay más desafío que el de quedarse (o causarlo) con uno mismo día tras día enfrentando tus miedos, barreras, dependencias, tristezas, inseguridades, debilidades y sombras. La soledad es una gran maestra de la vida, diría que de las mejores. Y me encontré viajando sola, comiendo sola, sin planes y sola en casa, llorando sola, despertando sola… Y da rabia, ¡mucha! Hasta que un día empecé a sentir que me gustaba, y que confiaba en ser esa persona que mejor me sacaba de todas las dificultades que se presentaban, empecé y aprendí a disfrutar de mi tiempo y mis silencios. Me comencé a ver, en vez de buscar y buscar mi felicidad por ahí. Me rendí ante mí misma y mis encantos.

Y así, cuando estaba tranquila conmigo misma, e incluso feliz, apareciste. La vida es sabia, y definitivamente, sabe regalarnos las cosas cuando llega su momento. Sigo aún alucinando por la manera en que todo sucedió, pero ya no me hago preguntas, porque todo lo que nos ocurre, aunque no lo veamos, es perfecto. Recuerdo la primera vez que te vi, cruzado de brazos con una sonrisa tímida pero simpática (sí, llegué 17 minutos tarde, no me lo recuerdes más) y en ese momento, algo se activó que me mantuvo absorta en conversaciones trascendentales, divertidas y personales con alguien que no conocía de nada durante horas. Desde ese momento, mi vida nunca volvió a ser la misma.

Me encantó charlar contigo y jamás olvidaré momentos muy especiales, pero también me alegra estar viviendo otros de otro calibre. Me vi reflejada en mil cosas tuyas y te admiré al rato de conocerte, eres tremendamente maravilloso. ¿Lo mejor? Comenzar a contarte la infinidad de pájaros que rondaban por mi cabeza, y las nubes grises también, porque poco a poco, has sido testigo y cómplice de desvanecer poco a poco esas nubes y liberar a esos pájaros. Gracias por avivar el fuego de mi entusiasmo y calmar las aguas cuando están turbias, creo que tienes la palabra exacta para cada momento. Y sé que no es porque me comprendas mejor de lo que yo misma lo hago, sino porque me aceptas tal y como soy, y lejos de buscar mis defectos, me ayudas a usarlos a mi favor.

Gracias por comprender el mundo de forma tan similar a la mía, por ser un ser completo y único que no me necesita, que puede vivir sin mí, que no depende de mí. Es lo que más me gusta de ti, que pudiendo elegir a quien, y lo que quieras, eliges libremente compartir camino conmigo. Nunca usaremos ciertas expresiones como “cari”, o “tú me completas”, o “eres mi media naranja, o “sin ti no soy nada” (nuestra favorita para reír). Compartimos la misma visión sobre la vida en pareja, nos consideramos compañeros y no ponemos la mano en el fuego por un “para siempre”, ni lo haremos. Ambos sabemos que la vida da muchas vueltas, y lo hemos comprobado.

Este camino que comenzamos juntos y que sigue creciendo está basado en amor del bueno, del de verdad, puesto que (y sé que hablo por ambos) preferiré perderte mañana a pensar que no eres feliz a mi lado. Tanto es así, que te dedico todo esto en algo perenne como son mis escritos. Lo que importará mañana será el mañana, pero todo lo vivido contigo hoy, quedará grabado en mi ser siempre.

Gracias por hacer de cada día una nueva aventura, por permitirme compartir todo contigo. Gracias especialmente por haber sido tú mismo desde el minuto uno y haberme permitido y hecho fácil y hasta necesario ser también yo misma desde el principio. Eres increíble y cada día es aún más especial por ello. Y repito, no sé qué será de mí mañana, nadie lo sabe ni lo sabrá, pero todo lo que yo te admiro, te respeto y te quiero son verdades absolutas, y, como las has probado empíricamente, sé que las creerás.

No cambies nunca. Ya eras y eres un ser maravilloso.

Sandra Gomez • 10 octubre, 2016


Previous Post

Next Post

Deja una respuesta

Your email address will not be published / Required fields are marked *