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El Blog de Sandra Gómez

La Flor que eres

Entre todos aquellos hierbajos secos estaba ella, la flor más bonita que había visto jamás. Era ideal para regalar, su color pastel, suave y delicado, sus pétalos aterciopelados, su aroma… ¡todo era perfecto en ella! No sabía qué hacer. Quería llevármela para poder usarla como uno de mis mejores regalos, o para admirarla y apreciar en ella la belleza de la vida.

Fuese como fuere, por otro lado, no quería hacerlo, era aquello que daba vida a ese abandonado jardín, y, después de todo, había crecido allí. No me sentí con el suficiente derecho para apoderarme de aquella flor.

Más tarde lo pensaba detenidamente. ¡Qué absurdo haberle dado tantas vueltas a qué hacer con una simple flor! Pero no era lo que llamaba mi atención, sino algo que había leído alguna vez antes sobre ellas. Una flor un día fue semilla, esa semilla comenzó a crecer, primero asentando y abriéndose camino con sus raíces. Una vez éstas eran lo suficientemente resistentes, expandía su tallo hacia el cielo, y cuando creía haber alcanzado la altura idónea, brotaba la flor abriendo sus pétalos y exhibiendo su belleza ante el mundo.

Este crecimiento no es muy diferente al tuyo. Echas raíces, creas y te empujan a crear tus propias creencias, las solidificas ahí en tu interior, y una vez tienes esa base firme, te permites crecer, no sabes hacia dónde. No sabes si vas a torcerte, y todo depende de la fuerza con la que crees en ti y en que vas en la dirección correcta. En ese punto muchas flores se secan, muchas se quedan enanas, muchas cogen carrerilla para continuar.

Al igual que ellas, tú también puedes tomar la decisión que desees. Es posible que decidas no crecer más para que tu tallo no se desequilibre con el viento y decidas mantener lo ganado, quedarte allí donde sabes que estarás bien. Quizás te decidas a evolucionar y estirarte hasta el punto al que puedas llegar, descubriendo tus posibilidades, aunque pierdas esa seguridad y entres en una zona arriesgada, pero sin mostrar tu belleza por si no es lo bastante valiosa para el mundo. Puede que abandones la idea de ser flor y prefieras actuar como una enredadera, aprender y prosperar continuamente, hacia todas direcciones sin rumbo ni foco, y sin mostrar tus pétalos por no encontrar el lugar apropiado para ellos. O como última opción, también podría darse el caso de que te permitieras guiarte y crecer siguiendo la trayectoria intuida y llegar a sentir tal plenitud que la floración fuese un proceso inevitable. Raíces sanas y sólidas, y tallo firme y bien orientado solo pueden derivar en la más hermosa de las flores.

Como en todo, nunca se sabe. Nuestro camino puede tenernos muchas sorpresas preparadas, imprevistos, cambios de rumbo, giros en los acontecimientos… pero finalmente eres tú quien va a decidir cómo usar esos vientos. Puedes dejar que te destruyan, puedes no querer seguir progresando o puedes usarlos a tu favor.

¿Cómo hacerlo? Como flor que eres, solo déjate ser. Enamórate de tus raíces, riégate a diario, cuida tu tallo y entusiásmate con su evolución. Tu actitud y la solidez de tu base como persona harán de ti el ser perfecto y ya solo serás tú quien decida hacia donde crecer y, solo si tú quieres, en qué punto brillar.

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Sandra Gomez • 2 octubre, 2016


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