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El Blog de Sandra Gómez

Necesidad de Individualización

¡Qué pequeñito eres si comienzas a pensar en grande! Si te comparas con un niño de tres años, puedes ser más alto pero, puestos a comparar, qué hay si te comparas con tu ciudad, con tu continente, con tu planeta… Eres algo enorme encerrado en un cuerpo reducido.

Me encanta observar las muñecas rusas, representan claramente la sociedad. Somos algo pequeño dentro de algo más grande, dentro de algo aún más grande, dentro de algo aún más y más grande, y así sucesivamente. Cada una de las muñecas refleja un escalón social, comenzando siempre por el ser único y propio que eres llegando a la población mundial. La única diferencia entre la humanidad y estas muñecas es que éstas son iguales, mientras que nosotros no. Dentro de unos rasgos comunes, tenemos algo singular que nos hace agruparnos e individualizar.

Tú, como ser humano que eres, tiendes tanto a socializarte como a individualizarte. Socialización significa necesidad de sentirte parte de algo más grande, una comunidad. Buscas interacción y evolución conjunta para sentirte parte de un grupo, y tu propio rol dentro del mismo. El proceso de individualización, que también puede darse en sociedad o grupos, tiene que ver con otorgarse una identidad respecto a un grupo más grande, conseguir vislumbrar qué rasgos o características te hacen diferente y te definen. Por ejemplo, dentro de una sociedad tenemos identidades como los europeos, las madres solteras o tú mismo.

Esta identidad se produce por la paradójica búsqueda de la propia individualización, es decir, resulta disparatado pensar que al mismo tiempo que buscas ser parte del conglomerado que te rodea, busques lo que te “separa” de él. Sin embargo, estos dos procesos resultan necesarios, pues necesitamos crecer y evolucionar, y hay partes de nuestro ser y de nuestra personalidad que no pueden conseguir ese fin colectivamente, y viceversa. Como persona, necesitas ambos.

Cuando comienzas a particularizar tu propio ser, precisas encontrar aquellos rasgos que te diferencian del resto. Esto, por supuesto, implica un gran conocimiento de ti mismo, de tus valores y carácter. El cómo eres y el temperamento que tienes son grandes indicadores y te darán las mejores pistas. Observando cómo reaccionas, qué te motiva, qué actividades te hacen sentir pleno o cuáles son tus valores, reducirás el círculo en el que moverte, irás encontrando tu lugar en la vida e irás dibujando tu camino, y además podrás atraer y conservar cerca a aquellas personas que son afines a ti.

Te darás una identidad y actuarás acorde a ella, te individualizarás dentro de una comunidad mayor que, a su vez, también se habrá individualizado, y siempre sin olvidar que perteneces a algo mucho más grande. Todo comienza con un ¿quién soy?, y a partir de ahí, desarrollarás un viaje que no acabará hasta el fin de tus días, pues los principios y las circunstancias harán que tus necesidades también cambien. Recordemos que el cambio es inevitable. Actúa desde dentro hacia fuera. Lo que proyectes, llegará más allá.

“Sé el cambio que quieres ver en el mundo”

Mahatma Gandhi

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Sandra Gomez • 28 septiembre, 2016


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