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El Blog de Sandra Gómez

El juego de la Tolerancia

En un patio de recreo todos, de niños, teníamos actividades predilectas. Jugar a hacer barro era una de mis preferidas y mis compañeros lo hacían más fácil al gustarles lo mismo. Además, cuando eres pequeño, no hay distinciones, te llama la atención el color oscuro de la piel de esa persona que tienes al lado, o el acento extraño del niño que se sienta en tu mismo pupitre, pero poco más. Si juegan contigo, bienvenidos son.

Siendo niños, no le damos importancia a la diferencia, no aprendemos sobre ella hasta más tarde, cuando oímos a nuestra familia, amigos o medios de comunicación hablar sobre etnias, razas, culturas, religiones o comunidades; simplemente jugamos, reímos e incluso discutimos cuando no conseguimos lo que queremos, pero ahí queda todo.

Lo que en realidad cuesta es crecer y aceptar la diversidad. La tolerancia entendida como un valor hacia los demás te sugiere el respeto por el prójimo, por sus ideas y acciones. Puede que creas que respetas esas diferencias, pero aún giras la mirada hacia aquel que es diferente, o desconfías de quien no comparte tus mismos valores o tu misma cultura. No te preocupes, es normal, es una reacción auto protectora del propio cuerpo y de la propia mente. ¿Qué temes? ¿qué llama tu atención? ¿qué te provoca rechazo o desconfianza?

Tolerar significa respetar la pluralidad y diversidad de personas, opiniones, culturas u otras cosas. ¿Hasta qué punto eres tolerante? Lo sé, a veces te cuesta aceptar, pero también sé que conoces las ventajas que tiene el no compartir cada pensamiento con la persona que tienes al lado, el hacer las cosas de diferente forma o el sentir algo que para el otro resulta casi incomprensible. He ahí la riqueza de la vida y del crecimiento social. Gracias a toda esa multiplicidad somos ricos. Todo aquello que los demás hacen y tú no, ya te está regalando una nueva perspectiva, por lo que ganas un enfoque diferente. Cuando aceptas que esos planteamientos son dispares, pero no por ello menos válidos, comienzas a dejar aflorar tu mejor versión, aquella que no es egocéntrica y permite la variedad.

Permitir esa pluralidad lleva implícito un reconocimiento de tu imperfección, valoras otras posibilidades porque aceptas que no tú y solo tú puedes tener razón o la mejor idea. Y es que la tolerancia hacia tu entorno jamás tendrá lugar sin una tolerancia individual. Tu primer peldaño en el camino de esa aceptación eres tú mismo. Si no eres capaz de respetar lo que tú eres, haces, piensas o sientes, enlazando además estas partes con una congruencia digna de ti, no serás capaz de tolerar a las personas o acontecimientos que te rodean. El respeto, como todo, comienza en uno mismo.

La tolerancia cuesta, es una asignatura pendiente para todos. No olvides, sin embargo, que el mero hecho de aceptar estas ideas, te “elimina” del centro del mundo, te regala nuevas visiones y te recuerda que debes relativizar. No toda la razón está en ti, tal vez la persona que tienes al lado, aun siendo muy diferente, te descubra hoy aquello que necesitas saber. Respétate y respeta, mejor ser todos diferentes, nunca sabes quién puede estar ahí en el momento clave

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Sandra Gomez • 5 octubre, 2016


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