Hazte Responsable
¿Eres responsable? Seguro que responderás que sí, pues muy probablemente tienes bastantes tareas al día que cumplir, un horario, personas a tu cargo a las que ayudas o sirves y un largo etcétera, ¿verdad?
Replanteo entonces mi pregunta, ¿te haces verdaderamente responsable de ti, de tus decisiones y de lo que éstas conllevan? Puede que, a veces, la mayoría quizás, creas que así es. Aunque a veces es necesario detenerse a pensar si no estás “echando balones fuera” y tratando que sean otros quienes respondan por tus actos.
La primera responsabilidad está en elegir. Seguramente te has visto alguna vez en una situación en la que había que tomar junto a otra persona una decisión difícil y temías equivocarte, y has dejado que fuese esa otra persona quien escogiese o tuviese la última palabra sobre el asunto, ¿es así? Pues en casos así estamos faltando a nuestra responsabilidad, la estamos evadiendo, “si no decido, no me equivoco”. Pero, ¿qué conseguimos con esto realmente? Perder no pierdes nada, pues si no eliges, te quedas igual que estabas, pero ¿ganas algo? Por supuesto existe un alto porcentaje de éxito si arriesgas. Ante una duda, si valoro opciones y tomo una determinación, automáticamente el engranaje de actos sucesivos y consecuencias se activa, solo has de confiar en ti. Has escogido y todo lo que esto provoque luego da miedo, ¿qué pasará si tengo que dar explicaciones a …, o si me arrepiento, o si hago daño a…? Te lo cuento ya, NADA. Si no tomas la mejor decisión saldrás igualmente vencedor de la situación, puesto que ganarás un aprendizaje muy valioso. Recuerda que cada momento es perfecto en sí mismo, y puede que hoy no te lo parezca, pero más adelante verás cómo así fue.
Otro aspecto de la responsabilidad es el crecimiento. Ser responsable y consecuente implica nuevos conocimientos, crece la toma de conciencia y nuestro ejemplo incluso para otros. ¿Te atreves a ello? Si sigues creciendo, a la vez que tu zona de confort va expandiéndose gracias a otras decisiones y riesgos tomados, esto implicará asumir cada vez responsabilidades de mayor calibre, y tomar decisiones aún más determinantes.
Algo clave y muy esperanzador es que da igual la edad que tengas o la magnitud de la situación: la responsabilidad también se aprende. No es un valor que simplemente esté o no integrado en ti, sino una virtud que se puede cultivar, algo que puede aprenderse y mejorarse. De hecho, no nacemos responsables, sino que nos hacemos responsables con el paso del tiempo. Aunque a veces sea tarea ardua, es cierto también que provoca muchas satisfacciones el ver cómo algo que aceptaste un día y de lo que te hiciste responsable antes de tomar las acciones oportunas llegó a su meta gracias a ti y a cada paso que diste. Felicidades, seguro que ya lo has logrado muchas veces.
Sin embargo, lo más importante en mi humilde opinión no es ya el que te hagas o no responsable de las cosas y de tus actos. Para mí lo importante es: ¿eres responsable de ti mismo? ¿Sabes respetarte lo suficiente como para concederte aquello que mereces? ¿has dedicado tiempo, por cierto, a considerar qué es lo que mereces? ¿Te cuidas y te responsabilizas de tu cuidado físico, mental, emocional y espiritual? Recuerda que todo lo que te rodea, tu mundo, tus responsabilidades, tu gente y tu entorno en general van siempre detrás de ti, que es donde todo empieza.
Si no sabes hacerte responsable de ti mismo, no estarás siendo coherente al responsabilizarte de lo externo. Tú eres responsable de tu felicidad o tu infelicidad, de tu sonrisa o tu llanto, de tu alegría o tristeza, de tu enfado o tu concesión de perdón. ¿Vas a escoger? Y lo más importante, ¿escogerás lo mejor para ti y aquellos que te rodean? Piensa en el grado de compromiso que quieres marcarte contigo mismo y toma conciencia y responsabilidad de ello. Y sin dudar, ve a por todas.
