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El Blog de Sandra Gómez

Quiero volar

Tenía mis alas preparadas. Es cierto que podían ser modificadas y mejoradas, pero tenía lo esencial, las herramientas para cumplir uno de mis sueños: volar.

¿Por qué es este uno de los sueños más comunes? Seguramente si preguntas a tu alrededor, te dirán que irían a cualquier lugar del mundo, que sentirían la sensación del viento en la cara, que el tráfico no sería un problema y así lo inalcanzable se tornaría alcanzable. En efecto, suena genial, y es que vivimos en un mundo en el que nos puede lo terrenal, lo tangible, pero ¿cuándo tomamos las mejores decisiones? Desde el aire, desde la perspectiva lejana, en frío.

Lo ideal sería sobrevolar los problemas, verles de lejos, solo así vislumbraríamos su temporalidad, puesto que no son eternos, y no acapararían cada espacio de nuestra mente. Elegir un trayecto desde A hasta B, hasta una finalidad nos hace sentir el terreno arduo ante nosotros, desánimo en ocasiones… Sin embargo, si tuviésemos alas y lo viésemos desde las alturas, veríamos un camino confuso y enrevesado que, efectivamente, acabaría igual en su fin.

Volar es sinónimo de “tomar perspectiva”, y esto hace que sea sumamente significativo. La perspectiva permite discernir, reflexionar y comparar. Volar es vivir en el aire. Volar es avanzar sin sentir tu propio peso, y solo de este modo sientes el progreso sin cargas, en sí, solo así lo sientes sin desvirtuarlo, cobra valor el mero hecho de seguir adelante sin importar nada más. No estoy negando los obstáculos, ni demonizándolos, pues son necesarios y suponen aprendizajes necesarios, pero si voláramos sin dejarnos llevar por ellos les restaríamos peso y disfrutaríamos más del camino, que es de lo que trata la vida, ¿verdad?

Volar, por tanto, significa avanzar. Si las alas están fabricadas con sueños, motivaciones y amor, el destino dará igual, porque el movimiento será la mejor parte. Unas alas fuertes bailarán con el viento, se adaptarán a él.

Yo podía ir por la vida caminando, pero no quería, no quería ser como la inmensa mayoría. No quería vivir en un mundo inconsciente donde nadie tomaba responsabilidad de sus actos, donde todo eran quejas, donde la realidad “era” hostil. Quise y decidí volar. Aun cuando el mundo se extiende ante nuestros ojos, olvidamos que hay más horizontes, que hacia arriba también se puede uno dirigir. Allí quería llegar yo, lo conocido ya no me hacía feliz, yo quería despegar y comprobar hasta dónde podía llegar.

Desplegué mis alas, alcé mi vuelo y me dejé llevar. Me encantaría saber hasta dónde puedo llegar. Ahora escribo desde el aire y vivo en las nubes permanentemente, y, que me llamen loca o rara, pero creo que sí soy aquello que todos anhelan ser sin hacer nada por conseguirlo, LIBRE.

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Sandra Gomez • 9 septiembre, 2016


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