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El Blog de Sandra Gómez

Leyendo mi Brújula

Tumbada en mi cama y descansando por fin, tomé la brújula encontrada entre mis manos. La miré una y otra vez. No sabía exactamente si me había salvado ella u otra cosa, pero está claro que ella me ofreció la dirección correcta. No pude evitar preguntarme qué habría pasado si nunca la hubiese encontrado. Mi intención no era ser negativa, en absoluto, sino, sabiendo que todo habría salido igualmente bien, tratar de imaginar cómo lo habría logrado. Esto me llevó a reflexionar sobre la brújula interior, nuestra guía en los momentos en que dependemos de nosotros mismos.

El problema está muy claro, no es que no nos oigamos, es que no nos escuchamos. Creemos conocernos muy bien, y esto no es así. No somos los mismos en un entorno personal que en uno profesional, en uno íntimo que en uno social. Las circunstancias y contextos cambian, y con ellos nosotros, que incluso podemos sorprendernos de nuestras propias reacciones inesperadas o fortalezas desconocidas.

Una brújula es una herramienta que da indicaciones e información, nos orienta. Sabes que dispones de un instrumento infalible, y aun así apenas lo utilizas. Eres tú quien decide si emplear su brújula y qué camino tomar. El rumbo de tu vida depende de la lectura que hagas de esta. Siendo más exacta, te diré que, para tu elección, dispones de dos brújulas, una mental y otra emocional. Lo complicado y paradójico aquí es que, aun siendo el mismo instrumento, ambas pueden perfectamente discordar, y ahí reside la dificultad de escoger un rumbo que seguir.

Una brújula mental está diseñada para enfocarse en el “tener-hacer”, te va a indicar dónde ir para resolver cómo lograr, cómo alcanzar, cómo obtener aquello que quieres. Estos patrones buscan que obtengas aquello que te aporte seguridad, que te pertenezca, al igual que acciones que tomar, qué hacer y cómo hacerlo. Es más, todos sabemos que podemos lograr mucho y llegar a ciertos destinos con tan solo creer en ellos. ¿Te parece esta una buena herramienta? Pues es tuya y puedes hacer uso de ella. Pero entonces, ¿por qué hay personas que no se sienten felices al obtener y hacer ciertas cosas?

Sencillamente, porque necesitan armonizar esta potente brújula del pensamiento con su brújula emocional, o lo que se denomina intuición. A veces no basta con marcarse objetivos, hacer lo necesario por ellos y conseguirlos, a veces se trata de que estos mismos objetivos sean los que realmente te hacen vibrar. Si no van a suscitar felicidad y plenitud en ti, no merecerán la pena. Esta brújula no centra su rumbo en el “tener- hacer” sino en el “ser”. No importa qué tengas o qué hagas, importa lo que eres, tú, tu esencia, es todo lo que necesitas para darle un sentido a tu vida, lo demás es secundario y puede esperar. Las acciones que tomarás y, por tanto, todo aquello que obtendrás serán meras consecuencias de lo que tú eres. El propósito de la brújula del corazón no es escribir la dirección hacia lo que vas a alcanzar o hacer ahí fuera, sino hacia el reconocimiento interior, el saber qué quieres y qué anhelas conseguir ahí fuera y por qué y para qué deseas que formen parte de ti.

Si aprendes a escucharte y a conciliar ambas brújulas serás invencible. Tu intuición marcará el propósito que te hará dichoso, y tu brújula mental te indicará las acciones que mejor te llevarán a él. No olvides que tú también tienes la posibilidad de encontrar el rumbo especial de tu vida, y, cuando te sientas preparado, tomarás los mandos sin dudar.

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Sandra Gomez • 1 octubre, 2016


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